Desde el miércoles, el rugir de las motos impregnó la cotidianeidad diamantina. Sin embargo, hoy irá menguando: es el día en que los apasionados de las dos ruedas se despiden hasta el próximo año, volviendo cada cual a su rutina.
Fueron varios días y noches de amistad; de intercambio de experiencias; de compartir vivencias, música, espectáculos, destrezas, alegrías; de brindar por lo que los une y los convoca a lanzarse a las rutas muchas veces desde muy lejos para llegar a la Ciudad Blanca, la Meca de los motoencuentros.
La primera vez que un grupo de moteros se lanzó a esta aventura en la localidad situada a unos 50 kilómetros de la capital entrerriana fue hace 20 años. El intendente de aquel entonces, Juan Antonio Colibig, apoyó la iniciativa, que fue creciendo en cada nueva edición.
Al principio muchos lugareños los miraban con recelo, pero el evento que le cambia la fisonomía radicalmente a la ciudad por unos días se convirtió también en una oportunidad para que Diamante se conozca en otros puntos del país y de que genere un movimiento económico importante, ya que comerciantes, hoteleros, y hasta familias que ofrecen habitaciones de sus casas en alquiler temporario se ven beneficiados, y esto se expande a localidades aledañas.
Alejandro Richardet, subsecretario de Turismo del municipio anfitrión, comentó a UNO que se congregaron 12.000 motos y se estima que fueron más de 30.000 personas las que pasaron desde el miércoles por el Valle de la Ensenada, el predio donde se desarrollaron la mayoría de las actividades.
«Nunca vi tanta gente como en esta oportunidad. Llegaron de toda la Argentina, incluso vinieron en moto desde Ushuaia; también de Brasil, Uruguay, Bolivia, y hay un motero que viajó desde Cuba”, aseguró.
Por otra parte, señaló que ayer se realizaron una serie de homenajes por conmemorarse el 20º aniversario: “Se hizo una mención especial a quien realizó el primer escenario, a los primeros locutores, a la agrupación de motos que existía hace dos décadas y colaboró con la organización, al ya fallecido intendente Colobig, que fue el que gestó esta iniciativa, y a las distintas personas y personalidades que tuvieron que ver con el Motoencuentro”.
Entre las anécdotas más destacadas, el motero brasileño Anderson Da Silva, que fue contratado por la Municipalidad de Diamante para exhibir sus destrezas, participó además en una cruzada solidaria, donde se realizaron donaciones de ropa y otros elementos para el Hospital Colonia de Rehabilitación Mental, visitando a los internos y compartiendo un rato ameno con ellos.
En las calles y la plaza central hubo acrobacias durante todas las jornadas y los vecinos pudieron ser testigos una vez más de la extensa caravana de varios kilómetros de motos de todo tipo y para todos los gustos: de las marcas más prestigiosas, de diversas cilindradas, antiguas y modernas, y las tuneadas llamativamente para la ocasión. “Estuvieron las familias de Diamante y de Strobel agolpadas en las veredas para ver la caravana, donde estuvo presente el padrino del Motoencuentro, Marcos Di Palma con su auto de carrera”, contó Richardet.
Los diamantinos destacaron la predisposición del piloto, que se fotografió y charló con la gente. “Es una persona con una gran humildad”, aseguró Lorenzo, oriundo de la ciudad que desde mañana volverá a las siestas tranquilas, sin motores bramando masivamente en sus avenidas, que por unos días se extrañará la convulsión que causan las vehículos de dos ruedas que le brindan un impulso especial a la región.
Bandas de renombre engalanaron el escenario Norberto Pappo Napolitano en el Valle de la Ensenada: Las pastillas del abuelo, Horcas y Jason fueron algunas de las más convocantes.
También hubo prestigiosas bandas de la provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Tucumán, para agasajar al público que asistió para disfrutar de los espectáculos musicales.
Fue una verdadera fiesta.
Fuente: Diario Uno