Cuando la brutalidad lleva uniforme, puede ser más brutal que nunca. Nuestro país tiene una penosa tradición al respecto, pero no hace falta escarbar en el pasado. Un episodio reciente ocurrió (otra vez) en el Tigre de Sergio Massa, donde su policía (otra vez) protagonizó un escandaloso episodio de violencia institucional.
Fue en el amanecer del 17 de febrero de 2013, cuando Massa todavía era jefe comunal. Ese día a las 7 de la mañana sobre la ruta 197, a la altura de Los Troncos del Talar, durante un control vehicular realizado por el COT –la fuerza de seguridad creada en 2012 por el entonces intendente–, un agente arrojó salvajemente un cono de señalización vial a dos jóvenes que circulaban en una moto con sentido a General Pacheco y que habían pasado frente al retén.
El objeto los impactó de lleno. Como resultado, el muchacho que conducía perdió el control, la motocicleta comenzó a derrapar y, a los pocos metros, fue a dar contra el costado de un remise que venía circulando por la calle Caseros.
Junto a las serias lesiones que este accionar policial provocó en los tripulantes, un año después la historia tendría su corolario de impunidad, cuando toda la investigación judicial –que, dicho sea de paso, comenzó por acusar a las víctimas– quedó en la nada, con la orden de archivo el expediente.
El video que registró toda la secuencia –que la intendencia massista intentó esconder de la requisitoria judicial y que se puede ver en la página Infonews.com– es elocuente: no sólo refleja la contundencia del impacto, que hizo saltar a los jóvenes por los aires, causándoles graves contusiones, al igual que a la pasajera del coche en el que se incrustó la moto.
También deja en evidencia la naturalidad con que el uniformado, con las camionetas del COT (Centro de Operaciones Tigre) a sus espaldas, decidió golpear con el cono de plástico a Federico Agustín Gigena, el conductor, que al momento de los hechos tenía 19 años, y a su acompañante, Eduardo Elguera Pérez, de 25 años. Después, la cámara de seguridad muestra la desidia con que el agente camina unos metros hasta la intersección de la ruta 197 y Caseros, el lugar donde quedaron tirados Gigena y Elguera Pérez, uno de cada lado del auto contra el que chocaron, junto a la Yamaha YBR-125 hecha pedazos.
«Antes de la calle Ezeiza -relató Gigena- pude observar que había un control vehicular y nosotros al pesar frente a ellos un personal de dicho control nos arrojó un cono naranja de aproximadamente 40 cm de alto el cual le pega a Federico en la cabeza del lado derecho y a mí en la cara también del lado derecho». Estos dichos son parte de su declaración judicial, realizada el 17 de octubre de 2013 ante la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Única, dependiente de la Fiscalía General de San Isidro.
Ocurre que, en otra paradoja estatal, el conductor de la motocicleta resultó acusado por impactar contra el auto, en el marco de la causa «Gigena Federico Agustín s/ lesiones culposas», tramitada por el Juzgado de Garantías Nº 4, del departamento de San Isidro, a cargo de Esteban Rossignoli.
«(Me) empecé a quejar del dolor y le pregunto a Bruno por qué me habían tirado un cono y Bruno no entendía nada tampoco y yo sigo manejando unos pocos metros más pero ya no podía más del dolor y perdí el control», continuó el joven su relato. «Recuerdo –agregó– que yo me agarraba la cabeza del dolor que tenía es más me quería morir del dolor o desmayarme para no sufrir más, también tenía mucho frío y luego perdí el conocimiento».
La reconstrucción hecha por su acompañante coincide y es igual de dramática.»A las 7:30 hs aproximadamente volvía del boliche La Mónica junto a mi vecino (…) a bordo de la motocicleta marca Yamaha YBR de color negra. (…) Antes de llegar a la calle Ezeiza pude observar que había un control vehicular y nosotros al pasar frente a ellos un personal nos arrojó un cono de color naranja», describió Elguera Pérez.
«Otra persona del control gritó ‘no pará qué hacés'», detalló. Fruto del golpe, estuvo internado cuatro días y luego siguió con tratamientos. «Tengo un coágulo de sangre en la cabeza y golpes varios en la pierna derecha», señaló el 18 de marzo de 2013, ante la Fiscalía. Consultado sobre quién los golpeó, mencionó a «una persona de sexo masculino vestido con ropas oscuras» y agregó: «Veníamos circulando a 60km/hs aproximadamente y esta persona de la nada nos arrojó el cono, si no nos hubiese tirado el cono el accidente no se producía ya que ni tráfico había», completó.
Los dos muchachos declararon que no vieron ni escucharon señas para que se detuvieran en el retén. El video muestra que, cinco segundos antes de la agresión, un agente con una pechera naranja se cruza en el andén que quedaba libre haciendo señas a la moto, que no baja su velocidad hasta comenzar a derrapar como resultado del golpe con el cono que les propina un hombre robusto todo vestido de negro y con gorrita.
Jacinta Del Carmen Orieta, un ama de casa de 78 años, venía en el asiento trasero del lado del acompañante del remise que la llevaba a la casa de su hermana, en Virrey del Pino. El auto aguardaba sobre la calle Caseros a que el semáforo lo habilitara tomar la ruta 197.
Cuando se puso verde, avanzó unos metros y llegó el golpe. «Estaban haciendo un control vehicular y a una motocicleta un personal de dicho control le arroja un cono de color naranja y blanco y estos chicos pierden el control de la moto y chocan al rodado en el que yo circulaba», explicó la testigo y víctima indirecta. «Si esta persona no le arrojaba el cono el accidente no se producía porque ellos pierden el control de la moto cuando el cono golpea a uno de ellos», precisó Orieta.
El accidente la dejó «en estado de confusión», una persona la ayudó a llegar hasta el cordón y luego la trasladaron a su casa. «Me lastimé la cabeza arriba del ojo del lado izquierdo y en la pierna derecha tengo varios golpes y no puedo caminar con facilidad», contó el 18 de marzo en la Unidad de Instrucción.
Su palabra es clave, ya que ocupó una posición que le permitió contemplar la totalidad de la secuencia. «Quiero aclarar–señaló– que yo pude ver todo el accidente porque circulaba a bordo del remise y estaba sentada en el asiento de atrás del lado del acompañante y la motocicleta nos chocó justo de ese lado».
Al igual que los tripulantes de la moto, la testigo no dio cuenta de una advertencia para que redujeran la marcha: «Eso no lo vi ni escuché nada, sólo vi que una persona de sexo masculino les tiró el cono».
El video que registró los hechos tardó en aparecer –tuvo que ser reclamado al municipio de Tigre–, y cuando finalmente se lo conoció, su contundencia no torció la pendiente de impunidad, como tampoco el relato coincidente de todas las víctimas. El 14 de agosto de 2014 se dispuso «proceder al archivo de las presentes actuaciones (…) hasta la aparición de nuevos elementos que permitan seguir con la investigación iniciada».
El prontuario de la agencia
Puesto en marcha por Sergio Massa en 2012, el Centro de Operaciones de Tigre (COT) es parte del sistema Alerta Tigre. La fuerza de seguridad acumula, según asegura el municipio, 80 millones de pesos de inversión, con 800 cámaras instaladas y «300 personas visualizando las 24 hs a través de las cámaras los diferentes rincones del partido». A esto se suman «32 móviles municipales para reforzar los patrullajes policiales, lo que representa un móvil municipal por cada cuadrícula policial y 100 nuevos efectivos destinados para tal fin». Justamente, son estos agentes de calle los que vienen protagonizando casos de brutalidad uniformada.
En julio pasado, Tiempo contó el caso de Myrian Poblete, una psicóloga que fue atacada por un grupo de integrantes del COT, que la obligaron a bajar de su auto a fuerza de trompadas y patadas. «Pensé que me mataban», sostuvo la mujer, que había pasado dos semáforos en rojo mientras acudía a contener a un paciente en estado grave. Fue el 22 de julio.
Una semana antes, se había difundido un video donde se podía observar cómo, con violencia excesiva, dos agentes del COT reducían a un supuesto delincuente.
Fuente: Tiempo Argentino